viernes, 5 de noviembre de 2010

Cadaver Exquísito

Durante la cena de entrega de premios del V concurso de relato breve El Laurel, celebrada en el Ateneu de Sant Feliu de Llobregat el 30 de Octubre de 2010, los asistentes escribieron un poema conjunto. Este experimento, conocido también como Cadáver exquisito, consiste en ensamblar colectivamente un poema, donde cada persona escribe uno o varios versos y lo pasa a la siguiente. En el marco de homenaje a Miguel Hernández el poema empezaba (y acaba) con versos del poeta de Orihuela, precisamente en el día del centenario de su nacimiento. Había casi 40 personas en la sala, este es el resultado:

Yo quiero ser llorando el hortelano
sentir el sol en mi espalda y en hazadón en mis manos
y el frondor de la tierra en el corazón.
Seguir los surco del arado como una pauta
que oriente el fluir de mi mando.
Un pájaro alerta el espíritu dormido,
un aire que lo hace mas humano.
Sentir el arrullo de las olas
y la libertad de la inmensidad en el corazón
yo quiero ser el manjar de un vil gusano
para que pueda deleitarse con mis carnecitas muertas
sabrosas, prietas y ajenas al amor mundano,
el que te pedí y no me diste,
el que soñé y rechazaste
yo quiero ser
yo quiero estar siempre borracho
yo quiero sentir con mayúsculas
"se ha rojo la luna", dijo el conductor del autobús
y sus cristales caen, estrepitosos, incrédulos sobre el capot,
del interno 51 y el tipo dijo, soy de 22,25
y me bajé en la última parada con un cristal en la espalda
y me dije ya no aguanto más, mi parada
está aquí
y vuelvo a despertar con la almohada impregnada de sueños
y cuando salí, desperté de nuevo en el infinito.
El infinito, ese lugar que queda en olvido.
Yo quiero ser olvido, yo quiero fundirme en el infinito
pero con todos mis sueños hechos realidad desde que era pequeñito.
Pequeñito, como mi lengua, que lucha para no
ahogarse, entre litros que la hunden de siglos
de arrogancia armada
Nunca más el silencio impuesto es un recurso de la ignominia y del orden.
Necesitamos valor, amor y tiempo para que las cosas normales
llenen nuestra esperanza.
Luz, agua, vida, sudor, olor y sabor
vive, muerde, come, siente.
Suda, lucha, vive.
Dame tu mano hermano
y toma luego la mía
sabiendo de antemano
que nunca la encontrarás fría.
Será que siempre pudo gozar de la libertad.
Chuparé tus dulces huesos cualquier día de santos
recordando, encadenados, fragmentos de tiempo vividos...
Y por eso os digo compañeros
jamás temáis al camino
lo más grande de esta vida
es el tiempo ya vivido.

Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.

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