jueves, 10 de junio de 2010

Instantanea

este pequeño relato, es producto de una ejercicio que nunca legamos a consumar en los encuentros literarios, un relato sin movimiento, el texto es algo viejo, pero estaba olvidado en una carpeta solitaria en el ordenador, vio poca luz, por lo que no sé si cumple con su función, aquí lo comparto y lo abro a la lectura avezada y critica de nuestro amigos.



El hombre que está en la foto está recordando, es muy fácil notarlo, si no fuera por la infalible prueba fotográfica que certifica la presencia de otra persona en el lugar, se podría decir que el sujeto parado ahí, abajo, en el ángulo inferior derecho de la imagen, que mira hacia su opuesto en el retrato, está completamente solo, de una soledad de al menos diez kilómetros a la redonda.
El hombre que está vestido de azul en la foto, incuestionablemente, está recordando, y está recordando a alguien, a alguien que no se asoma de entre las ruinas de la imagen, ni de su memoria, alguien a quién no quisiera recordar.
Los pelos blancos del hombre que está solo en la foto recordando también recuerdan, ven las paredes gastadas por el tiempo, la piedra que es arena, las sombras que no están.
En la foto hay un hombre que mira hacia adentro y ve ruinas, en una playa desierta de años y con el cielo completamente despejado. Piensa en enviar una foto suya recordando a la persona que está recordando, con una nota debajo que bien podría ser así: “esta foto es para la persona que estaba recordando”.
El hombre que recuerda tiene el cabello color del tiempo, un pañuelo en el cuello, viste de azul, una mano en el bolsillo de los cigarrillos y los dos pies bien apoyados; en la otra mano lleva un palo, un palo bastante largo. Mantiene la mirada perdida en ese recuerdo y la boca cerrada y apretada, en ese diálogo interno que se tiene cuando uno reconstruye los diálogos que nunca tuvo. No está triste, al menos no parece, está recordando, recordando a alguien, e imaginando a esa persona cuando reciba por correo su foto recordando. Todos sus movimientos se resumen en ese recuerdo. ¿Por qué tiene un palo el hombre que recuerda? ¿Qué teme ese hombre que está completamente desierto en una playa sola a la luz de la tarde ante las ruinas de un pasado fresco, recordando? ¿De quién se defiende?
Ese hombre recordando está sólo recordando, con un palo en la mano, mirando sin mirar, temeroso de que las sombras que ya no están en el suelo, cubran el cielo y tiñan su recuerdo de hombre solo recordando, con la gris tristeza de la nostalgia.


Jezú.