lunes, 23 de noviembre de 2009

ganadores del concurso literario

Un año más el Concurso Literario El Laurel llega a su fin con una noche de encuentro lectura, emociones y premios. La entrega de premios del concurso Literario se desarrollo como es costumbre en l'Ateneu Santfeliuenc, en el marco de una cena con la presentación de la antología producto del concurso, "los Perrito y otros relatos".
como siempre, nos quedan pequeños los agradecimientos y en la lista, por fiel que intente ser, siempre destancan los olvidos, pero lo que nunca dejaremos de agradecer es la participación de los escritores que envían sus relatos y sus ilusiones y aportan el alma a este certamen, sin dudas este concurso es de ellos. Muchas gracias.

A continuación publicamos el listado completo de los ganadores del concurso literario.

Cuarto concurso literario El Laurel.
Ganadores 2009.
Primer premio general.
Los perritos, Javier Jiménez Moyano. Barcelona
Primer premi català.
Avions de paper, Mariano Pedrol Parunella. Barcelona
Primer premio castellano.
Rulenburgo, Ruben Martín Camenforte. Terrassa.

Menciones especiales – Mencions especials
Biografía Nº1, Cristian Perelló Rodríguez. Badajoz.
El gran desencanto, Caterina Riba Sanmartí. Barcelona.
Especial para la ocasión, Ana Núñez González. Quebec, Canadá.
In somnis, Carme Sanchez Garcia. Sant Feliu de Llobregat.
La conferencia de la muerte, Enrique Galindo Bonilla. Santiago de Compostela.
La semana, Álvaro Mesía (seudónimo)
Melas, el zafiro de poniente, Carme Abella i Ezquerra. Sant Feliu de Llobregat.
Otra vida en la carretera, José María Vega Martín. Aranda de Duero.




el libro ya se puede adquirir en la secretaria de l'Ateneu, en Laurel o por e-mail a concursoliterarioellaurel@hotmail.com

jueves, 15 de octubre de 2009

REENCARNADO

No sabía la razón pero siempre se dirigía hacia las mismas páginas, google le habría todas las posibilidades que le solicitaba su imaginación, la historia de la tortura era su obsesión desde hacia un par de años. Los diferentes métodos de infligir dolor de todas las culturas, y de dar muerte a los reos a lo largo de la historia, era algo que le atraía instintiva y casi convulsivamente. Encontraba muchas fotos, o dibujos según la época. No sabía si se sentía más cerca del mártir o del verdugo. Podía sentir el dolor y estremecerse con la contemplación del torturado, pero también le atraía el papel de aquel que podía permitirse el infligir penas tan infames.
Desde potros, que llegaban a descoyuntar hombres por estiramiento de sus miembros, a jaulas colgantes, donde los reos eran colgados y muertos de hambre, sed o directamente asados por una hoguera bajo ellos.
Pero aquel día, ante el rostro de una víctima de la inquisición española, encontró algo que nunca hubiera imaginado. Aquel hombre al cual podía mirar a los ojos, aquella mirada completamente desfigurada por el dolor del potro completamente tenso, le dejó ciertamente desorientado.
¡Era él! El rostro de aquel desgraciado era el suyo, Julián se reconocía claramente en el dibujo del torturado. Pensó que se estaba volviendo loco, ya había pasado por momentos de íntima preocupación por sus inconfesables aficiones, pero siempre llegaba a la conclusión de que con aquello no perjudicaba a nadie, aunque esta vez la cosa iba demasiado lejos. Se veía en la victima, ¿estaría alucinando?
Apagó la computadora y trató de pensar en otra cosa, salir a pasear, o llamar a algún amigo, pero tampoco sabía a quien, aparentaría preocupación, y no podía dar explicaciones.
Una ducha, y su desordenada cama eran la única solución, pero con él que debía ser el último cigarrillo del día, volvían las malditas visiones.
Aparentemente más relajado, volvió ante el ordenador y busco la página de nuevo. Ya no le pilló por sorpresa, seguía siendo él, no había dudas. Se estuvo contemplando un rato, lleno de dolor ante su cara de sufrimiento, y lleno de curiosidad por dar una explicación lógica a lo que estaba viendo.
- Siendo una cuestión de la inquisición tal vez en la iglesia me den una explicación, pero puede que sea mas serio acudir a la facultad de historia, aunque desde luego es mas fácil acudir al párroco del barrio-.
Al día siguiente, tras el término de su jornada laboral, se acercó a la parroquia que tenía delante de casa. La accesibilidad a la casa del señor era sencilla, y pronto se encontró llamando a la puerta de la sacristía.
Mosén Andrés le recibió de buen humor, era conocido en el barrio por su sencillez y cercanía con los vecinos, y no era muy habitual que un joven se acercara a él para una consulta.
-¿Cuál es su nombre?
-Julián.
-Es vecino del barrio?
-Si! Vivo a dos minutos de la iglesia.
-Bueno, bueno, ¿Qué le trae por aquí Julián?
-¡Pues mire Don Andrés! ¡esto!
Y depositó encima de la mesa la copia del documento.
-Verá, me gusta investigar, a veces, cosas en Internet, y leyendo sobre las torturas durante el período de la inquisición española, encontré este dibujo, ¿y no me negará un cierto parecido de mi persona con ese hombre?
-¿Qué hombre?- dijo mosén Andrés colocándose las gafas de leer.
-¡ese! El torturado.
Delante de aquella visión Don Andrés quedó petrificado, pero solo por dentro, exteriormente mantuvo el gesto de normalidad que requería la situación, el feligrés había acudido a él con un documento muy curioso, pero pidiendo una explicación que en aquel momento escapaba a sus conocimientos de fe.
-Ciertamente! Tiene usted razón Julián, ¿Dónde dice que encontró esto?. Podría ser un montaje, o una broma de algún conocido.
-Esa fotografía aparece en una página de Internet, sobre la inquisición española, no es fácil que eso este manipulado.
-Mire Julián, no se que pretende que le diga yo de esto, pero si quiere, me gustaría quedarme con la hoja y vuelva usted mañana a ver que he podido averiguar.
-Como quiera padre Andrés, tampoco quisiera molestar, Pero como comprenderá me resultó muy chocante. De todos modos, mañana vuelvo.
-Si hombre! Y vaya usted tranquilo, no de demasiada importancia a esto, mañana hablamos.
Al día siguiente, ya mas relajado por el tono de la conversación con el padre Andrés, Julián volvió a la parroquia., allí le recibió el cura con gesto amable, y le dijo que había comentado el tema con el obispo, y que este le había concedido una audiencia para dentro de dos días, que se había interesado por el tema, y que seguro que él podría dar una explicación mas adecuada a los hechos.
Pasaron dos días de incertidumbre, mirando la página siempre que le era posible, durmiendo poco, y pensando muchas veces si realmente merecía la pena acudir al obispado.
-Pase Julián, pase.
-Monseñor?
-Buenos días caballero.
-Buenos días.
-Vamos a ver, el padre Andrés me ha hecho llegar este documento, y claro, hasta este momento no entendía nada de lo que me contaba.
-Supongo que al verme?
-Todo ha cambiado, supone bien Julián.
-Y que le parece? ¿podrá usted darme alguna explicación, mas allá de las coincidencias gráficas?.
-Esto es muy curioso Julián, el dibujo es auténtico, he entrado en la página, y parece que esa pintura fue creada en directo por un pintor de la época, que tenía acceso a tan siniestros lugares, estaríamos hablando de una fotografía.
-Eso no me tranquiliza Monseñor.
-Entendería usted Julián, ¿que pueda haber dado con una prueba infalible sobre la reencarnación?
-Podría entender pero no se si creer, aunque eso sería fantástico, ¿no?
-Podría, pero también peligroso, ¿Qué pasaría si la gente supiera que va a tener otra oportunidad?, ¿Qué el tiempo les recompensará de sus penas actuales?, ¿ que tal vez no valga la pena esforzarse ahora en ser buenas personas?, ¿Qué al final el perdón existe?, las cosas están bien como están, puede que a usted en otra época lo condenaran injustamente, pero eso no sería bueno que se supiera. Piense que llevamos muchos años haciendo que las dudas confirmen la fe de nuestros seguidores, y está muy bien que siga siendo así.
-Quiere decirme Monseñor, que estaríamos ante un posible descubrimiento, pero que debemos ocultar, para preservar el poder de la iglesia.
-Venga Julián, quiero mostrarle algo.
El obispo se levantó de su cómodo sofá para invitar e Julián a entrar en una sala contigua. Una biblioteca barroca con una decoración muy recargada en detalles de madera, y frente a la entrada un cuadro que representaba una escena del infierno de Dante, que llegaba hasta el suelo.
Monseñor pulsó un botón en la moldura del cuadro, y este se abrió hacia uno de los lados, apareció una puerta, y el obispo ofreció a Julián entrar, ante él una escalera de piedra miraba abajo, Julián cruzó el umbral con la sensación de haber estado allí antes.
Al pisar el cuarto escalón descendiente, la puerta se cerró, también la luz y Julián quedó abandonado en la tiniebla.

Javi.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Soliloquio aislado

no te muevas, no. La voz era clara y parecía provenir de atrás mío. Desde mi silla de control nada podía ver más que el llano oscuro y profundo adelante, alguna estrella parpadeante y el silencio de la pampa larga, baja y angustiante. no te muevas no, escuché repetidas veces, era una súplica no una amenaza, pero el temor me tenía paralizado. Sabía que no había nadie más, que todos habían muerto o los habíamos evacuado, que los cadáveres yacían hacinados en fosas comunes selladas con cal viva y hormigón y tapados con tierra que, rápidamente, se iba cubriendo de hierba, emparejando el verde plano de prado infinito; que el puesto de control más cercano estaba algo más de dos kilómetros y que mi cabina estaba cerrada herméticamente.
no te muevas, no… por favor... la voz, temblorosa, masculina, adulta, ejercía un poder hipnótico, en mí y parecía transmitirlo a todo lo que podía ver desde mi lugar.
Sonó el pitido agudo del test de control, el testigo del botón rojo se encendió, tenía unos segundos, no sé cuántos, quizás veinte, para apretarlo y desactivar la alarma, de lo contrario vendrían los equipos de control a comprobar mi situación. Era una solución, pensé, posible y una via de escape, pero qué les diría a los controladores que oía voces y que no me animé a mirar ni a comprobar nada. Sería una deshonra, pero, a la vez, una salida. Lo atribuirían al cansancio, seguro.

aprieta el botón
Qué…
no hables, aprieta el botón. la alarma. hazlo.
Pero… tú…

no hables. aprieta el botón. rápido.

Su voz seguía siendo suplicante pero está vez imperativa, como si estuviera desesperado.
Yo no actuaba conscientemente, entre un mar de temblores que veía en la penumbra rojiza, apreté el botón y detuve la alarma. En cuatro horas volverá a sonar y en seis vendrá la brigada a buscarme con mi relevo. Sólo quedaba esperar que pase el tiempo con la insoportable crueldad de la urgencia.

Quién eres, pregunté al aire a los gritos.
¿Quién eres?


No hay respuesta. Giro mi silla. El cubículo de intervención mide poco más de un metro y medio cuadrado y está todo acristalado, nada se puede ocultar aquí. Esta vacío. Ahora me tranquilizo y recuerdo que en el curso de preparación nos advirtieron de las alucinaciones que podríamos padecer, que la soledad es dura y que, muchas veces, estos espejismos nos pedían jugar una mala pasada. Tengo casi cuatro horas hasta la próxima alarma, me haré un café con leche, revisaré el correo en internet y echaré una siestita. No cabe duda, todo está en orden, la llanura está desolada, oscura, desértica y sobretodo, deshabitada. Giro mi silla nuevamente y queda de cara a la cafetera. Tres golpes secos detienen por un segundo mi respiración. Vienen de afuera, a través del cristal de la cabina no veo nada. No veo nada, solo oscuridad. Giro. Reviso centímetro a centímetro el paisaje. Nada. Estoy aterrado. Busco el teléfono, con cuidado y sigilo. Vuelven a golpear, tres golpes secos. Identifico el cristal que vibró pero no hay nada al otro lado. Levanto el teléfono, tiemblo, no acierto con los dedos en los botones. Tres golpes más, y otra vez esa voz, abre, dicta ahora.
Jezú

sábado, 18 de julio de 2009

Enedina

Enedina havia viscut moltes vides, potser més de cent, en algunes d’elles havia estat poderosa, brillant, en d’altres humil i turmentada, moltes d’elles havien estat tan breus que en les sessions de regressió a penes li ocupaven uns moments. Havia estat home i dona, havia parit, sofert, gaudit i matat.
Alguna d’aquelles existències havien estat de descans, envoltades de servents i comoditats però en la majoria d’elles havia estat esclava d’altres persones.
Recordava especialment una que apareixia sovint durant les sessions.
En una zona muntanyosa travessada d’estretes valls hi havia unes coves on hi convivien unes 50 persones.
Enedina vivia en una d’elles. El temps cada cop més calorós l’havia fet sortir. Acompanyada de tres dels seus fills, els més joves, s’endinsava pel bosquet que començava a poca distància de les coves, Era un dia lluminós i transparent i la neu ja s’havia fos.
Enrere quedava la fam que havien passat durant l’hivern. Ara els homes havien tornat amb unes peces de carn prou grans per alimentar-los durant una temporada.
En canvi el gra recollit s’havia fet malbé amb la humitat i els fruits secs s’havien acabat.
Més avall hi havia el lloc on abans de les nevades ella i els seus fills havien patit aquell mal de ventre després d’atipar-se de baies.
Allà mateix començaven a brollar noves plantes.
Ep! Va dir-se la Mari.nola, que així és com l’anomenaven: aquí ha passat alguna cosa, I va recordar que la forma de les mongetes fetes malbé amb la humitat era igual que la del nen no nascut que va sortir de la panxa de la Guianela quan la va atacar l’os.
I si les boletes de dintre les baies, amb aquella forma de nen no nascut eren també com petites criatures que creixien?
Des d’aquell moment va plantar moltes baies, unes creixien, altres no.
Enedina pensa que la Mari.nola és molt valenta i intel·ligent, però la seva terapeuta creu que Enedina ha creat aquesta biografia per compensar les seves carències actuals.
Però per ser sincers, la Mari.nola, en tots els aspectes, no era ni més ni menys que d’altres, en tot era igual menys en l’edat: era una anciana de 45 anys, molt respectada i tot sovint sortia de nits i mai no l’havien atacat els llops. Anava cada lluna a la muntanya de les llums. Allà hi vivien uns homes de barbes llargues i blanques que l’aconsellaven i li donaven menjar: fruites saboroses i peixos cuits amb herbes. Però ella no entenia la seva parla. Tenien estris per obrir la terra i fer que donés el fruit que desitjaven. Els seus consells eren pràctics, no podia entendre el que deien però sí el que feien.
Mari.nola havia tingut set fills, cinc noies i dos nois, dos d’ells havien mort molt petits. Ara només li’n quedaven cinc, era una taxa de supervivència alta en comparació amb la resta de dones del grup. Mari.nola era una dona forta i cepada, Enedina sabia que aquella força avui en dia seria qualificada d’extraordinària, però a les hores no ho era. Sentia el seu cos rabassut i cobert de pels mentre pujava el pendent. Les seves plantes endurides trepitjaven el camí recorregut moltes vegades amb seguretat i rapidesa.
En arribar a dalt va veure l’home que tot sovint la rebia a l’entrada de les coves, se’l veia més impacient que de costum. A l’interior regnava una agradable calidesa, sobre unes pedres hi havia una ració d’aliments especialment abundant: cireres i altres fruites que no havia vist mai, rodones i del color del sol ponent, nous i avellanes i una altra cosa que era pa, però ella no ho sabia... als seus fills ells va agradar molt i el petit Nurel s’abraonà sobre les cireres. L’home va oferir a Mari.nola una fruita daurada i esplèndida.
Mari.nola va despertar hores més tard ajaguda en un llit confortable, coberta amb un teixit fi i càlid.
En posar-se dempeus va notar com un dolor menstrual, una contracció, però això no l’impedí sortir, no sense abans endur-se un sarró ben provist d’aliments que seria molt ben rebut a casa seva.
S’havia adormit de la manera més natural i havia descuidat els seus fills que l’esperaven a l’entrada de la cova. Idana, la filla gran, que tenia uns 8 anys, havia tingut cura de les criatures, l’home barbut els havia donat unes nines de fusta i estaven d’allò més entretinguts. El sol es ponia i el petit grup es dirigí cap a la vall: A l’entrada de les coves on residien estava l’Obon, havia encès una foguera per foragitar les bestioles que sempre s’acostaven atretes per l’olor. Obon desconfiava d’aquestes sortides freqüents de la Mari.nola cap a la muntanya de les llums, pensava que algun dia no hi tornaria, o potser pitjor, que amb ella vindria alguna malaltia o alguna desgràcia. Per ell els homes d’allà dalt posseïen una màgia molt poderosa i eren agressius.
- Has anat un altre cop a veure els barbuts?
- Sí, i m’han donat més menjar que mai, goita.
Llavors tornà a sentir un dolor al ventre, un recargolament estrany.
Enedina va despertar.
- Ja no vull seguir amb la teràpia, aquesta vida m’està fent por.
La terapeuta no va poder ocultar la seva decepció.
- Evidentment tu manes, però penso que estem a punt d’arribar al nucli del problema.

Enedina ho havia provat tot per quedar-se embarassada. De fet els metges no trobaven cap disfunció o problema físic que justifiqués que amb 40 anys no hagués quedat prenyada, tot i desitjar-ho amb vehemència i intentar-ho tant amb el seu primer marit com amb la seva actual parella. De fet el divorci amb el Lluís havia tingut la seva causa principal en l’obsessió que tenia Enedina per ser mare. Els tractaments de fertilitat als que s’havia sotmès no havien fet més que accentuar aquella obsessió, pertorbant la seva feina i arruïnant la seva vida sexual i conjugal. El psicòleg d’orientació holística que finalment havia consultat, després d’algunes sessions li havia aconsellat una teràpia de regressió a càrrec de la que era aleshores una de les millors especialistes en el tema, la doctora Matas.
I allà estava.

La doctora Matas havia sentit sempre una gran fascinació per la nova psicologia, que abordava vells problemes de l’anima humana amb tècniques noves. Al llarg de la seva experiència com a terapeuta “regressiva” havia comprovat que la creença del pacient en vides anteriors era una eina molt valuosa per a la curació. El fet que aquestes vides haguessin tingut lloc o no en la història, era en el fons un assumpte irrellevant. L’important era que resultaven de gran utilitat per aprofondir en les causes de l’angoixa i fins i tot la demència, era la forma en que el subconscient aflorava, una forma coherent, una història de vides anteriors que explicava el perquè del problema actual. Partint d’aquest punt la doctora Matas induïa escenes, com un dramaturg, intervenia en els arguments a posteriori fent que el pacient dialogués amb els personatges o establís una relació determinada i curativa.
Entenia que Enedina tingués por davant d’aquesta vida, li sorprenia el realisme descriptiu de la seva pacient, normalment en d’altres pacients les sensacions eren vagues, les visions se saltaven grans lapsus de temps com si res, moltes vegades no es podia ni tan sols entreveure el passat... però aquest cas era una mica diferent, de vegades tant detallat i nítid com una pel.licula. La doctora Matas intervenia el mínim indispensable per a veure d’orientar les visions o interrompre la sessió si detectava un patiment excessiu.
Sabia per experiència que la pacient estava a punt d’arribar a un episodi important, potser allà trobarien l’explicació per a la seva negativa inconscient a ser mare.

Mari.nola estava prenyada un cop més, i quan va arribar l’hora del part va necessitar assistència i no se li va permetre anar al bosc tota sola a tenir la criatura.
Quan la va veure va xisclar: era una nena sense pél, llarguiruda amb un cap molt gran...
I el pitjor de tot és que no volia alletar-se dels seus pits. Les remeieres no sabien quina era aquella malaltia i tocaven amb angúnia aquella nena tan fràgil. Amb el temor a que morís com els seus dos petits ho havien fet en el passat, la Mari.nola es va dirigir altre cop a la muntanya de les llums, no hi havia tornat des d’aquell dia del mal de ventre, però pensava que la poderosa màgia d’aquella gent potser sabria que fer amb la criatura.
Aquest cop la va rebre una dona, quan la Mari.nola va extreure la nena de l’embolcall de pells i la va mostrar a la dona, aquesta va somriure molt feliç, li va donar a entendre que ella es faria càrrec de tot. D’algun lloc va treure una mena de pit independent del seu cos i la va alletar sense cap problema.
Mentre tant li van donar de menjar i Marinola es tornà a quedar adormida. Va somiar que era una dona que no podia tenir fills i anava a una remeiera per a que la curés de la seva infertilitat.
Quan va despertar la seva filla havia desaparegut. Mai no la va trobar, la muntanya de les llums va fer honor al seu nom i es va il·luminar un cop més, mentre ella buscava i buscava infructuosament.
No seria fins anys després, que un grup de persones es va establir a prop de la cova. En aquell grup els fills de la Mari.nola van creure reconèixer la seva germana, però no sabrien ben bé dir quina era ja que potser n’hi havia una dotzena de semblants.
La Mari.nola tampoc no va poder reconèixer la seva filla entre altres coses perquè ja no hi veia, mesos després va morir, havia arribat a complir 53anys.

Enedina tenia un fort mal de cap, però havia començat a entendre alguna cosa.



Carme Abella, Gener de 2009

jueves, 25 de junio de 2009

Capitulo 11

...
Entré a tomarme un café aprovechando los escasos minutos de los que disponía para descansar. En la oficina no había dejado de sonar el teléfono en todo el día y el estrés se hacia cada vez mas evidente en mis acciones. Estaba claro que aquella tarde me la pasaría trabajando. Quizás estaría muerto si no me hubiera tomado ese pequeño descanso, tampoco lo sabré nunca.
El exquisito olor del café recién hecho me devolvió a la vida. Un sorbo. Dos. Empecé a ver las cosas de otra manera. Recuerdo que escribí un mensaje a Sara. Oh pobre Sara, habíamos quedado para pasar la tarde juntos...A menudo pienso que no la merezco. Siempre ocupado en mi trabajo, y ella siempre aceptándolo. Temo el día en que, sin expresión alguna en la cara, diga esas palabras que tanto miedo nos da a los hombres:
-Tenemos que hablar…

Encendí un cigarrillo y a los pocos minutos empecé a oír una melodía que me resultaba familiar, cuatro segundos mas tarde descubrí de donde procedía, mi móvil estaba sonando. Era Andrés, por lo que no llegue a descolgar.
Andrés trabaja en nuestra empresa, aunque más que trabajar diría que esta por ahí, haciendo de todo y nada. Tampoco nadie sabe a que se dedica exactamente (aparte de molestar parafraseando sobre evidencias y cosas obvias) pero es el hijo del jefe por lo que tampoco nadie se lo pregunta demasiado.

Seguramente llamaba para decirme:
- No estas en la oficina.- Cosa que era evidente. O quizás esta vez saliera con lo de:
- ¿No te habrás ido para casa? Sabes que tenemos mucho trabajo y hay que zanjarlo todo. – Cosa que también era obvio. Por eso precisamente decidí no cogerle el teléfono y apurar el poco café que quedaba en la taza.
Guardé el tabaco en mi bolsillo y me levante de la silla para dirigirme a la barra a pagar. Sin darme cuenta, mis acciones habían coincidido en el espacio tiempo con la persona que pasaba justo por mi lado dirigiéndose a la salida. El resultado no fue otro que un choque patoso pero contundente aunque sin causar ninguna lesión en las partes implicadas. Me disculpe abochornado y ahí quedo el incidente, el hombre continuó hacia la salida ofreciéndome una sonrisa de indulto. Al recoger mi móvil del suelo que había caído a causa de mi torpeza descubrí la cartera del hombre con el que acababa de chocar. Se le había caído y no se había dado cuenta. Pude reconocerlo perfectamente por la foto de su DNI, que había quedado boca arriba al abrirse la cartera a causa del impacto. Adán Pandora leí, era un nombre curioso. Cerré la cartera y me dirigí hacia la salida para devolverla a su propietario.

Aquel insignificante movimiento se convirtió en toda una odisea. La puerta estaba a tan solo diez pasos de mí, pero algún cliente curioso al escuchar mi distraído tropiezo, se había girado para observar lo ocurrido, dando paso a una reacción en cadena que había provocado la caída de unas copas, derramando toda la cerveza por el suelo. La camarera estaba limpiando el lugar del incidente por lo que tuve que rodear varias mesas para lograr llegar a la salida. Me asomé pero ya no encontré al llamado Adán Pandora. Me dirigí hacia la barra para pagar y deje la cartera al otro camarero que estaba en la caja. Seguramente el hombre volvería al darse cuenta que le faltaba algo.

Volví hacia la oficina tras mi intento fallido de relajarme unos minutos y antes de llegar a mi mesa me tope con Andrés. Pude distinguir como cambiaba su expresión para asumir un tono más imperativo, aunque no me quedaba otra opción que escuchar lo que tenia que decirme...




El ruido de la nada, Capitulo 11.

sábado, 30 de mayo de 2009

Ramon de Mar

Inauguramos el blog de abierto a la crítica con un cuento que pronto verá la luz en nuestro próximo cuadernillo, los cuentos que publicamos a que están sometidos a toda clase de críticas, son escritos calientes, nuevos, recientes que buscan lecturas comprometidas y colaboradoras, y que agradecen las aportaciones de cualquier tipo.
El primer cuento sometido a la lectura es Ramón de Mar de Javi Canut, os lo dejamos y esperamos comentarios.


Camí del cadafal, mirava tot aquella massa humana, i pensava en lo desagraïda que pot arribar a esser la gent.
De ben petit va comprendre que la mare no l’estimava. Un dia rere l’altre el deixava sol sense fer-li cas a l’hora del berenar i no tornava fins el matí. Ramon va fer els deures de l’escola pel seu compte tota la vida escolar, la mare mai no hi era i el pare senzillament no existia.
Massa prim, no gaire net i poc comunicatiu, passava quasi totes les hores al centre escolar en soledat, però va anar desenvolupant un gran enginy, l’enginy dels observadors, procurant aconseguir allò que feia falta al seu voltant per treure’n profit.
Avançat en matemàtiques i ciències, enlluernat per les meravelles geogràfiques com la grandaria del riu Amazones, va desenvolupar la carrera científica amb facilitat, i a la edat de poc mes de vint anys va posar al carrer el seu gran invent, la vareta de mesurar el nivell de vida de la gent, cosa que semblava que amoïnava molt el personal i del que en pensava treure un bon profit.
El invent va ser molt ben valorat per tota la societat científica, i avalat pels governs de molts països, amb aquests reconeixements en Ramon podia certificar expedients de nivell de vida a tothom que hi fes la prova.
La vareta consistia en un tub allargat i el suficientment prim com per a ser introduït per via oral i arribar fins a l’estomac, un cop allà, a la punta i tenia uns sensors que determinaven la qualitat de nivell de vida d’aquell mortal. Això era molt útil a l’hora de demanar una hipoteca per exemple, però en Ramon va començar a fer certes trampes, si la persona que venia a la seva consulta necessitava una avaluació superior a la que ell podia tenir, valia amb que el subjecte en qüestió es menges un plat de pernil de Jabugo acompanyat de un vaset de bon vi, i al darrera una cirereta confitada. Això produïa uns efectes magistrals a la màquina, en Ramon en treia un profit extra i la gent marxava feliç a buscar la hipoteca per comprar la casa dels seus somnis.
D’altre banda la vareta tenia un altre utilitat mes oculta i no gaire coneguda, donat que encara era mes fraudulenta i que nomes coneixien alguns clients privilegiats del Ramon, com empresaris molt importants i gent de molts diners dels quals el científic en treia profit. Cap al mes de març, abans de que arribes l’època de fer les declaracions de renda, els clients s’ha acumulaven a la consulta, i era que si la vareta s’introduïa per via rectal els resultats eren molt baixos, i això estalviava molts diners als declarants.
- Per que em sodomitzi hisenda que ho faci en Ramon, que encara i trobo que estic una estona del mes agradable, no ho hagués dit mai això.- Deien molts dels fraudulents visitants.
Els mes pobres tenien pis i els rics es quedaven els seus diners, i en Ramon una fortuna incalculable, però els bancs no cobraven i hisenda perdia molts diners, això el va portar davant d’un tribunal.El gran somni d’en Ramon de Mar era poder pujar en un coet que li permetés veure des dalt, tot el riu Amazonas a l’hora, però el camí a l’espai va canviar pel camí a la forca, en un passadís on l’insultaven i li tiraven pedres aquells que li havien xuclat el invent, o aquells que tan agradablement havien pagat i molt per ser sodomitzats.
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si aún estás interesado en las bases de IV Concurso Literario El Laurel, puedes consultarlas en:

viernes, 3 de abril de 2009

IV Concurso Literario El Laurel

IV Concurso literario de relato breve El Laurel (15 de junio de 2009)
si vols veure les bases del concurs en català clica aquí: http://www.ateneusantfeliuenc.org/2/usla/concursliteratura.htm






PRIMERA. Todos los trabajos que concurran serán en prosa, inéditos, y con una extensión máxima de 5 hojas (Formato A4). Podrán estar redactados en castellano o en catalán. Se presentarán mecanografiados, a doble espacio, a una sola cara y con tamaño de letra de 12. Los trabajos se identificarán con un título, y se presentarán por cuadruplicado.
SEGUNDA. Cada trabajo llevará un sobre aparte en el que constará el Título de la Obra en el exterior, y en el interior del mismo figurarán Nombre y Apellidos, Dirección, Teléfono o E-mail y DNI del Autor. Los trabajos que lleven algún dato que los identifiquen de alguna otra forma distinta a ésta no entrarán en Concurso.
TERCERA. El IV Certamen Literario El Laurel estará dotado con 200- € (DOSCIENTOS EUROS) para el Trabajo Ganador; y dos Menciones de Especiales: una para un trabajo en catalán y la otra para uno en castellano, de 100- € (CIEN EUROS) cada una. Igualmente se hará entrega a los tres de una Distinción Conmemorativa. También se establecerán siete Menciones Especiales, a los que se les entregará un Diploma. Cada autor premiado recibirá dos ejemplares del libro que se edite.
CUARTA. El plazo de admisión de los trabajos será el comprendido entre el 15 de Abril y el 15 de junio de 2009, ambos inclusive, y deberán ser dirigidos a cualquiera de las direcciones que a continuación se detallan, indicando “IV Concurso literario de relato breve El Laurel”:


Ateneu Santfeliuenc

cVidal i Ribas 23-25 bx
(08980) Sant Feliu de LLobregat

Barcelona

España


o


El Laurel

Floridablanca 140 bxs

(08011) Barcelona

Barcelona

España




QUINTA. El fallo del Certamen se realizará en el mes de Octubre de 2009 en una Cena organizada por el Bar de L`Ateneu, cuya fecha concreta se dará a conocer con suficiente antelación, y a la que se invitará a asistir los autores de las diez obras antologadas. Igualmente se comunicará a través de los medios de comunicación.
SEXTA. El Jurado estará compuesto por cuatro miembros de los Encuentros Literarios de L’Ateneu que se realizan en el Bar de L`Ateneu.
SEPTIMA. No se mantendrá correspondencia con los concursantes ni se devolverán los trabajos presentados a Concurso, que serán destruidos tras el fallo del jurado, salvo las obras premiadas.
OCTAVA. El fallo del Jurado, a todos los efectos, será inapelable. El jurado se reserva el derecho de interpretación de las presentes bases.
NOVENA. Las diez obras premiadas (ganador, menciones de honor y menciones especiales) formarán parte de la edición de la Cuarta Antología de Relato Breve, dejando constancia que los autores no percibirán regalías por los derechos de autoría en esta edición. Igualmente el jurado se reserva el derecho de invitar a otros autores a participar de la misma, llegando con ellos al acuerdo que crea pertinente
Para más información pueden contactarnos en:
concursoliterarioellaurel@hotmail.com
info@ateneusantfeliuenc.org


martes, 3 de febrero de 2009

primer hecho

American Girl in Italy
Ruth Orkin




Nos queda después el regusto
de tu sutil silueta dorada
esperanza gastada en lo orgánico
en la paz intuida -para qué engañarnos-
de tu nuca o tu pie en una lejana sábana

y la duda
de lo que tú sabes de nosotros







Las cinco liras. Italian boy story


Como no voy a recordarla, fue a la primera mujer que le propuse algo serio, ese día lo tengo grabado en la memoria con tanta claridad que cierro los ojos y lo veo como si fuera una foto, una de esas de época, blanco y negro, con marco blanco en el papel ajado. Era la primavera del 50, no, no, del 51, estábamos con Nicola en la esquina apostando cosas absurdas.
- ... a que yo me echo un eructo de veinte segundos!!
-¡ a que no!
-(...)
-a qué no miras el sol durante un minuto...
-te apuesto a que...
Hasta que la vimos pasar, mejor dicho la vimos venir. Fumando. ¡por dios! Fumando “o esa mujer no era de buena familia o quella non era una italiana”. Se acercaba hacia nosotros con aire señorial y robando las miradas de todos a su paso.
- a que no le dices algo- me dijo Nicola
-no para qué- respondí automáticamente
-te apuesto cinco liras, cinco de las buenas...
La tentación era grande y negarme, más que prudencia, iba demostrar cobardía.
Entonces la esperé, me acerqué dos pasos a ella y le dije
-le doy tres liras si me saluda.
Se volvió y me miró de reojo, ¡Ah Santa Madonna! El mundo me tembló en los pantalones, esbozó la sonrisa más linda que yo había visto jamás y la calle de repente olió a mandarinas.
No me pude resistir y arremetí
-...Y con las dos que me quedan la invito a un café.
La sonrisa se amplió, y yo, para mis adentros “has picado, ragazza, más vale que aceptes porque si no te persigo hasta abajo de la cama”
El segundo que duró su paso en el aire y su cabeza girando hasta volver a mirar otra vez al frente, fue eterno, me dio tiempo para verle la cara de expectación al Nicola y a los otros, y darme cuenta que entre ellos, con la chaqueta de cuero sobre los hombros y el escarbadientes pegado a los labios, estaba Gino, il capo de la Strada. No perdía detalle de mi arrebato, el calor de la vergüenza me subió hasta el cuello de la camisa, no podía fallarle al Gino, la mujer se me escapaba. La seguí.
El silencio dubitativo duró dos o tres pasos, y retomé el acoso
-Señora- le dije –si usted busca un buen guía para esta ciudad ha dado con el caballero ideal, nadie conoce la reggione como yo, io sonno Cesare Tortonnesse, doble ene, doble ese, cento per cento calabrese.
Otra sonrisa sobre su hombro y siguió, y yo tras ella.
Mientras caminaba, mis dedos jugaban, en el bolsillo del pantalón, con un papel, que al rato recordé que era el billete de la lotería para ese sábado. Pensé o le dije, aquí el recuerdo, no por más próximo es más claro, que si el billete era el ganador me casaría con ella, le compraría un palacio, y le haría dos hijos, un bambino e una bambina, claro que tendría que vestirse de una manera más decente, sería una Tortonnesse, de Catania, nada de faldas, ni cigarritos y le sacaría la ciudadanía italiana, sí eso sí, eso lo primero, una rispetabile e bella signora italiana.
No tengo claro el repaso de este divague, ni si realmente lo dije en voz alta o a su oído, o ella lo leyó de mi mente, lo cierto es que se giro y su cara, que sólo me había ofrecido sonrisas hasta ese momento, me miró con furia. Sé que empecé a decir algo así como “excusi...” pero el guantazo ya venía por el aire y no asesté a esquivarlo ella balbuceó algo como bastardo machista y yo “excusi, ragazza.. io.. io no..” pero ya estaba lejos, ya no me oía, además me había llamado machista ¡a mi, que tengo madre! No, eso no lo soportaba.
Volví a la esquina, a cobrar mis cinco liras y a seguir apostando tonterías con Nicola, le invité al café y le conté lo que había pasado, le dije que era americana, que estaba de viaje de estudios y que si hubiera querido me la hubiera llevado a la cama esa misma tarde, pero cuando me escuchó hablar de matrimonio se enfureció. Gino que siempre oía todo desde la esquina, se acercó y coincidió con la apreciación de Nicola, las americanas son todas unas locas.







Una chica americana en Italia


-¿Porqué guardás esa foto, viejo?
-No es una foto, es un daguerrotipo; o mejor aun, una dicotomía. –Con la edad confundía las acepciones.
-Viejo… Tú y tu empeño en utilizar palabras retorcidas.
-Manías de escritor, hijo. No es menos la tuya de hablar con ese acento argentino en constante homenaje a Borges.
-Lo mío es pasión, ya sabés…
La estancia era acogedora: un pequeño salón con las paredes recubiertas de libros reposando sobre anaqueles; en uno de los lados, junto a la pared de en frente, el crepitar reluciente de una chimenea, en el centro, sobre una alfombra de franela roja, dos sillones de cretona; en ellos, padre e hijo observaban una vieja lamina en blanco y negro.
-Es mi legado, hijo. Lo guardaba para ti.
-Pero viejo –no quería que se molestase, por eso añadió con sumo respeto- ¿Qué valor puede tener esta foto para mi?
En ella sólo reconocía a su padre, veinte o treinta años más joven; pero era su viejo a fin de cuentas.
-No recuerdo haberla visto antes por casa, de dónde ha salido.
-La he sacado de Internet hace unas semanas ojeando unas paginas webs
sobre fotógrafos profesionales; pura casualidad.
A pie de foto figuraba impreso en letra cursiva, el titulo y el autor de la obra: Una chica americana en Italia…
-Pero… Padre, tú no has estado nunca en Italia. ¿No?
-Eso es lo que me llamó la atención en un principio –No dejaban de mirar perplejos la fotografía al unísono, con cara de asombro- No he estado nunca en Italia ni soy ese que ves ahí.
-¡Pero qué decís, viejo! Sos un anacoluto. He visto cientos de retratos tuyos con esa edad y sois vos, estoy seguro…
- Yo también lo creía, hijo, pero te puedo asegurar que nunca he estado en éste lugar, sea Italia o cualquier otro sitio.
Incrédulo, el vástago acercaba ahora sus ojos a la imagen para apreciarla más de cerca, recostándose sobre el sillón, como para salir de dudas. En ella se podía observar una toma en blanco y negro, sobre la esquina de una calle en alguna ciudad de los años cuarenta o cincuenta. En el centro, sobre una acera de adoquines, una bella joven circula asediada por la mirada y los piropos de toda una grey de energúmenos. Uno de ellos, el que utiliza el paraguas de bastón, era su padre, estaba completamente seguro.
-Pero lo que todavía es más sobrecogedor – Ahora el anciano padre cogía la foto con sus manos abanicando el aire con un ligero tembleque, y tras una breve pausa, acometió- Cuando sepas de quién se trata…
-¡Tienes un hermano gemelo secreto!
-No, hijo, no. Ya sabes la manía que tengo de investigarlo todo. Como cualquier escritor que se precie, aunque no le acompañe el éxito; y no lo digo por ti, hijo. No, sino por mí. Pero de tu éxito ya me encargo yo, tú déjame a mí… – ambos se acomodaron en sus respectivos sillones; cuando su viejo empezaba con las digresiones, era tremendo:
“No podía quedarme así. Esa foto me dejó en vilo. Me pasé horas y horas navegando delante del ordenador. Tenía un presentimiento… Finalmente pude dar con el correo electrónico del autor de la fotografía; eso no fue lo más difícil. Lo que más me costó fue sacarle información; el idioma no era el problema, ya sabes como domino las lenguas –el anciano no tenía abuela- Todo cambió en el momento en que yo le mandé una vieja foto mía junto a tu madre, el día de nuestra boda. Decía que era imposible, que él conocía bien al de la foto. Nunca estuvo casado
-Viejo, contáme…-Cuando se irritaba le salía el deje argentino- ¿Le dijo quien era el del paraguas?

“Me lo contó todo, hijo. La foto no fue tomada en Italia. Ni tan siquiera la moza que todos persiguen con la mirada era americana. Es Lisboa, en el año mil novecientos cuarenta y pico, no lo recuerdo. Me dijo que por esas fechas trabajaba de reportero para una revista literaria de mucha importancia en su país, y que se dedicaba a realizar reportajes sobre futuros y prometedores escritores. Uno de ellos es el de la foto. Me explicó que por azar, hizo esa toma, y que el paso de los años y un representante suyo de arte, la retomó y la expuso en su obra. Ahora se dedicaba a la fotografía, es un personaje importante. Me suplicó una total discreción. Por su puesto; yo soy un caballero, ya me conoces hijo”
-Y dime ahora, padre, que el escritor famoso es precisamente el que es idéntico a ti, viejo.
En la calle soplaba un frío aterrador, se podía sentir a través de las recias ventanas del salón. Era de noche, en octubre oscurece más pronto. La chimenea daba una luz cargada de calor que envolvía el ambiente. A lo lejos, se oía el leve aullido de un perro.
-Pues si, hijo. Y ese es mi legado… -el viejo parecía chochear- Yo nunca pude hacer nada en este penoso mundo de la Literatura, ya lo sabes. Me faltó eso, un golpe de suerte… algo, no sé... Si, he ganado algunos concursos, certámenes de tres al cuarto; pero nada… El reconocimiento, la gloria… Eso lo guardo para ti –el hijo también se dedicaba al bello arte de la escritura, aunque carecía de paciencia.
-Viejo, me querés decir de una vez de quien se trata.
“Para triunfar en esto de la Literatura –continuaba con sus digresiones- como en cualquier otra cosa en esta vida; lo más importante son los contactos, las relaciones. El conocer a otros que ya han triunfado e ir introduciéndose en ese circulo que toca la gloria; aunque sea de un modo falaz. Porqué te crees que todos se mencionan unos a otros. Este conoce a éste, el otro a ese otro, y así… Todo es falso, al menos al principio. Qué si Lorca a Dalí, Picaso a no se quien… Que si Gil Biedma a Octavio Paz; este a Alberti. El otro, el Gimferrer a …”
-¡Viejo, quién es el señor del Paraguas!
El padre haciéndole entrega de la foto con una ridícula reverencia, legó a su hijo ésta, como gran ofrenda acompañada con las siguientes palabras.
“José Saramago, hijo. El premio novel portugués, Saramago, y el que esta a su lado, es un amigo de su infancia, José Dos Reis. Sabes cuantas fotos tienes conmigo, toda una infancia… Tu juventud… -el viejo deliraba- No es que renuncie a ser tu padre, no. Pero lleva siempre una foto nuestra encima, y puede que en algún momento de tu vida puedas utilizarla para decir que el que se encuentra a tu lado, es un premio novel…”
-Pero viejo… Sos un aciago –los dos se juntaron para rendirse un largo abrazo, como si hubieran recibido un don divino caído del cielo; o algo parecido.
Cuando se disponían a retirarse a sus habitaciones, el más joven de los dos ignotos literatos, preguntó:
- Padre. ¿El Saramago ese, no es el que escribió, El hombre duplicado?

Yo ya no miro más.

Daniel- Mírala Paolo.
Paolo- ¡uhh! ¡que monada! Vayámonos Daniel.
Daniel- espera un momento Paolo.
Paolo- Si, lo que quieras, a mi también me encantan sus sandalias, aquí no se ven cosas tan modernas, marchémonos por favor Daniel.
Daniel- no costaba tanto, ¿no?, una miradita atenta y mi niño queda como un señor.
Paolo- ¡estoy arto Daniel!
Daniel- bueno no es para tanto, es lo que hay, lo que toca y punto.
Paolo- ¡lo que hay no!, todos los días lo mismo, todas las horas la misma historia, siempre en guardia, en el puto empleo tengo que estar compartiendo cotilleos, que si mira fulana como viene hoy, que si mengana estrenó unas medias… y ahora hasta en la calle, no puedo con todos esos salvajes que esperan la salida de la yanqui cada tarde.
Daniel- tranquilo Paolo que te calientas.
Paolo- ¡claro que me caliento Daniel! ¿Cómo no me voy a calentar? ¡estoy arto de esto! Siempre mentiras, siempre haciendo el papelón, en casa, en el trabajo, en todas partes.
Daniel- en todas partes no, Paolo, guapo.
Paolo- calla tonto.