jueves, 25 de junio de 2009

Capitulo 11

...
Entré a tomarme un café aprovechando los escasos minutos de los que disponía para descansar. En la oficina no había dejado de sonar el teléfono en todo el día y el estrés se hacia cada vez mas evidente en mis acciones. Estaba claro que aquella tarde me la pasaría trabajando. Quizás estaría muerto si no me hubiera tomado ese pequeño descanso, tampoco lo sabré nunca.
El exquisito olor del café recién hecho me devolvió a la vida. Un sorbo. Dos. Empecé a ver las cosas de otra manera. Recuerdo que escribí un mensaje a Sara. Oh pobre Sara, habíamos quedado para pasar la tarde juntos...A menudo pienso que no la merezco. Siempre ocupado en mi trabajo, y ella siempre aceptándolo. Temo el día en que, sin expresión alguna en la cara, diga esas palabras que tanto miedo nos da a los hombres:
-Tenemos que hablar…

Encendí un cigarrillo y a los pocos minutos empecé a oír una melodía que me resultaba familiar, cuatro segundos mas tarde descubrí de donde procedía, mi móvil estaba sonando. Era Andrés, por lo que no llegue a descolgar.
Andrés trabaja en nuestra empresa, aunque más que trabajar diría que esta por ahí, haciendo de todo y nada. Tampoco nadie sabe a que se dedica exactamente (aparte de molestar parafraseando sobre evidencias y cosas obvias) pero es el hijo del jefe por lo que tampoco nadie se lo pregunta demasiado.

Seguramente llamaba para decirme:
- No estas en la oficina.- Cosa que era evidente. O quizás esta vez saliera con lo de:
- ¿No te habrás ido para casa? Sabes que tenemos mucho trabajo y hay que zanjarlo todo. – Cosa que también era obvio. Por eso precisamente decidí no cogerle el teléfono y apurar el poco café que quedaba en la taza.
Guardé el tabaco en mi bolsillo y me levante de la silla para dirigirme a la barra a pagar. Sin darme cuenta, mis acciones habían coincidido en el espacio tiempo con la persona que pasaba justo por mi lado dirigiéndose a la salida. El resultado no fue otro que un choque patoso pero contundente aunque sin causar ninguna lesión en las partes implicadas. Me disculpe abochornado y ahí quedo el incidente, el hombre continuó hacia la salida ofreciéndome una sonrisa de indulto. Al recoger mi móvil del suelo que había caído a causa de mi torpeza descubrí la cartera del hombre con el que acababa de chocar. Se le había caído y no se había dado cuenta. Pude reconocerlo perfectamente por la foto de su DNI, que había quedado boca arriba al abrirse la cartera a causa del impacto. Adán Pandora leí, era un nombre curioso. Cerré la cartera y me dirigí hacia la salida para devolverla a su propietario.

Aquel insignificante movimiento se convirtió en toda una odisea. La puerta estaba a tan solo diez pasos de mí, pero algún cliente curioso al escuchar mi distraído tropiezo, se había girado para observar lo ocurrido, dando paso a una reacción en cadena que había provocado la caída de unas copas, derramando toda la cerveza por el suelo. La camarera estaba limpiando el lugar del incidente por lo que tuve que rodear varias mesas para lograr llegar a la salida. Me asomé pero ya no encontré al llamado Adán Pandora. Me dirigí hacia la barra para pagar y deje la cartera al otro camarero que estaba en la caja. Seguramente el hombre volvería al darse cuenta que le faltaba algo.

Volví hacia la oficina tras mi intento fallido de relajarme unos minutos y antes de llegar a mi mesa me tope con Andrés. Pude distinguir como cambiaba su expresión para asumir un tono más imperativo, aunque no me quedaba otra opción que escuchar lo que tenia que decirme...




El ruido de la nada, Capitulo 11.